La entrada de hoy; de momento la
última, aunque nunca se sabe, voy a dedicarla a reflexionar sobre el Informe proporcionado
por nuestra profesora Olga Gil titulado “2014: Behind Smart Cities Worldwide”. Aprovechando la coyuntura, voy a
poner en relación dos temas apasionantes para el estudio práctico de las
políticas públicas: las emergentes ciudades inteligentes y el análisis de las
políticas públicas.
El análisis o la evaluación de las políticas públicas, como bien sabéis,
es el final del ciclo de nuestro objeto de estudio, el momento en el que se ha
de hacer una recopilación y análisis sistemático de información que nos permite
emitir juicios sobre el mérito y valor del programa evaluado.
Para poneros un ejemplo práctico de este análisis, que es fundamental en
todo el ciclo que hemos estudiado durante estos cuatro meses, voy a contestar,
como viene siendo habitual, dos preguntas concretas que considero una
ejemplificación perfecta del tema que trato hoy. Pero antes, ya que, voy a comentar un informe sobre ciudades
inteligentes, se me hace inevitable responder a una primera y fundamental
pregunta: ¿Qué es una ciudad inteligente?
Para empezar, ciudad inteligente viene de la traducción y adaptación del
término en idioma inglés “smart city”. Es un concepto emergente, y por
tanto sus acepciones en español y en otros idiomas, e incluso en el propio
idioma inglés, están sujetas a constante revisión.
La «ciudad inteligente» a veces también llamada «ciudad
eficiente» o «ciudad súper-eficiente», se refiere a un tipo de
desarrollo urbano basado en la sostenibilidad que es capaz de responder
adecuadamente a las necesidades básicas de instituciones, empresas, y de los
propios habitantes, tanto en el plano económico, como en los aspectos
operativos, sociales y ambientales. Una ciudad o complejo urbano
podrá ser calificado de inteligente en la medida que las inversiones que se
realicen en capital humano (educación permanente, enseñanza inicial, enseñanza
media y superior, educación de adultos…), en aspectos sociales, en infraestructuras de energía (electricidad,
gas), tecnologías de comunicación (electrónica, Internet) e infraestructuras de
transporte, contemplen y promuevan una calidad de vida elevada, un desarrollo
económico-ambiental durable y sostenible, una gobernanza participativa, una
gestión prudente y reflexiva de los recursos naturales, y un buen
aprovechamiento del tiempo de los ciudadanos.
Las ciudades modernas, basadas en infraestructuras eficientes y durables
de agua, electricidad, telecomunicaciones, gas, transportes, servicios de
urgencia y seguridad, equipamientos públicos, edificaciones inteligentes de
oficinas y de residencias, etc., deben orientarse a mejorar el confort de los
ciudadanos, siendo cada vez más eficaces y brindando nuevos servicios de
calidad, mientras que se respetan al máximo los aspectos ambientales y el uso
prudente de los recursos naturales no renovables.
Habiendo introducido el tema de ciudades inteligente, a continuación os
proporciono el estudio sobre las mismas que os he comentado antes, para que,
sin más dilación, contestar a las preguntas que nos sirvan de ilustración para
comprender el final del ciclo de las políticas públicas.
En primer lugar, ¿Cuáles deberían ser a su juicio los principales
indicadores la fase de evaluación?
Etimológicamente, un indicador es algo “que indica o sirve para indicar”,
es decir, para dar cuenta de algo de manera concreta, para “mostrar o
significar algo con indicios o señales”, según la Real Academia de la Lengua.
Pero, al fin y al cabo, hay diferentes teorías sobres los factores que utilizar
y, por lo tanto, cómo evaluar de manera correcta. De dichas teorías os voy a
dejar un breve resumen de las principales, para que juzguéis vosotros mismos.
En primer lugar, encontramos a Scriven, que se centra en el
interés general y en distinto tipo
de evaluaciones en consonancia a éste, en primer lugar una evaluación
formativa y evaluación sumativa, es decir, son evaluaciones que satisfacen
el criterio coste-eficacia.
Tiene una lógica para poder determinar los propios criterios o dimensiones
para evaluar, así como los niveles de rendimiento aceptables en cada dimensión
y finalmente dilucidar si se trata de una “buena política”.
En segundo lugar, encontramos a Weiss, que se centra en la
utilización de los resultados de la investigación social (enlightening model),
declarando la ncompatibilidad entre investigación social y aplicación de
resultados a políticas. En su investigación, tiene tres etapas diferenciadas:
- Formulación de cuestiones que deben ser evaluadas
- Realización del estudio
-Discusión de las implicaciones de la investigación para las políticas
analizadas (recomendaciones y difusión de los resultados).
En tercer lugar, está Wholey con una evaluación para la gestión
para producir información para la gestión, despertar el interés para los
directivos del programa y con actividades concretas para evaluar, como el trabajo
con actores para identificar objetivos y prioridades; el desarrollo de sistemas
para analizar rendimiento; el trabajo con decisores y grupos para fijar un nivel
realista de mejora; el desarrollo de sistemas para utilización de la
información generada; la identificación de cómo se consigue mejorar; o la comunicación
del rendimiento del programa.
Someramente, os dejo todas las perspectivas desde las que juzgar las políticas
públicas, así como sus factores, para terminar la entrada con una segunda que
creo vital: ¿Cuál es la constelación de juegos y actores?
Para contestar a esta pregunta,
creo que es muy ilustrativo dejaros tres imágenes que reflejan a la perfección
esta constelación.
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Actores que participan en el proceso. |
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El ciclo de las poíticas públicas |
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El ciclo de las poíticas públicas, desde una perpectica económica |